sábado, 20 de abril de 2013

Leer era cosa de hombres


¿Sabéis quién fue Rosa Parks?, Rosa era una mujer negra que un día cuando iba en autobús en una línea de Alabama, se negó a levantarse de su asiento a pesar de que ella estaba sentada en la parte reservada a los blancos. Con ese pequeño gesto, Rosa, comenzó una revolución que llevó a la desaparición de ese tipo de leyes absurdas por las que los negros no podían comer, leer, viajar o estudiar en los mismos lugares que los blancos... Pues bien, sin irnos tan lejos, nosotros tenemos nuestro ejemplo de heroína, una mujer que comenzó una revolución gracias a una pequeña carta que escribió. Una Española, Antonia Gutiérrez Bueno, consiguió que el machismo que mantenían en la Biblioteca Nacional desapareciese.
Antonia cambió las cosas escribiendo una carta al ministro de la Gobernación porque en aquella época la Biblioteca Nacional era un lugar prohibido para las mujeres, sí, como lo oís, las mujeres no podían entrar excepto los días festivos, en los que podían hacer una visita guiada.
Cuando escribió esa carta tenía 56 años y había publicado dos libros.Vivió en París hasta la muerte de su marido, y creció en una casa con libros y diccionarios en distintas lenguas, tratados científicos y piano. Antonia fue la tercera hija de un boticario que acostumbró a sus hijas a pensar más allá de lo que era normal en las mujeres.
Aprovechando que necesitaba material para uno de sus libros le escribió la famosa carta al ministro,“Siéndole difícil y aun imposible, a causa de sus circunstancias, procurarse los libros que necesita para continuar su obra, la que va recibiendo bastante aceptación del público”, solicitaba Antonia  en la carta que escribió en 1837, “un permiso para concurrir a la Biblioteca Nacional”. La respuesta fue muy rápida, España estaba gobernada por otra mujer, la reina regente María Cristina, quien ordenó que le dejasen entrar y consultar los libros que necesitase. A ella y a todas las mujeres deseosas de acceder a un espacio donde,se guardaba todo el conocimiento del mundo.  El director de la Biblioteca Nacional, escribió una carta llena de pegas (la sala no resultaría suficiente “si llegasen a exceder del número de cinco o seis las mujeres que pretendiesen aprovecharse de este beneficio”) Una sala para mujeres significaba que tendrían que gastar en muebles y personal:“Sería preciso comprar mesas, un brasero, escribanías y lo necesario para que las señoras concurrentes estuviesen con la decencia que corresponde”. Y pide que alguien convenza a la Reina para que niegue la entrada a las mujeres o que sean ellas las que pongan el dinero para todos esos gastos extras. A la reina no le gustó que le dijeran lo que tenía que hacer y dejó que las mujeres, que lo quisieran, pudiesen entrar en la biblioteca.
En los papeles que se conservan en la biblioteca no aparece el día exacto en el que una mujer pudo entrar por fin, sentarse en una sala (separada, por supuesto, de los hombres) y pidió leer todos aquellos libros que hasta ese momento le fueron negados. A Antonia le seguirían otras mujeres, como Ángela García Rivas que hace cien años fue la primera bibliotecaria.... y aún tuvimos que esperar hasta 1990 para que una mujer (Alicia Girón) lograse dirigir la Biblioteca Nacional.

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